CURSO DE ÉTICA Y FILOSOFÍA GRADO DÉCIMO
I.E.D. JOSÉ
ANTONIO GALÁN
SIGUIENDO LOS
LINEAMIENTOS DEL MINISTERIO NACIONAL DE EDUCACIÓN Y LA DE LA SECRETARÍA DE
EDUCACIÓN DEL DISTRITO CAPITAL.
CONTINGENCIA
NACIONAL POR CORONAVIRUS
ESTRATEGIA
“APRENDER EN CASA”
DOCENTE: CARLOS
ANDRÉS CONTRERAS MONTENEGRO
Guía 1 del 1er
período
GRADO DÉCIMO –ÉTICA Y FILOSOFÍA-
MATERIAL DE INTRODUCCIÓN:
1. Lea atentamente el texto sugerido titulado: "¿Para qué sirve la filosofía?
2. Identifique ideas principales, secundarias, palabras desconocidas (consulte u copie los significados), señale en el texto con colores distintos.
3. Al terminar la lectura y luego de compartir sus opiniones con el docente en la sesión de acompañamiento pedagógico virtual, redacte un texto personal respondiendo a la pregunta ¿PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA? (un texto de tres párrafos).
4.
La actividad completa se entrega según el plazo establecido por el docente al término
de la sesión de acompañamiento pedagógico virtual.
¿PARA QUÉ SIRVE
LA FILOSOFÍA?
(Por: Juan Francisco Manrique)
Una reflexión
filosófica para futuros estudiantes de la disciplina
La mayor parte de los
estudiantes de filosofía, e incluso, los filósofos profesionales, han sido
puestos alguna vez contra la pared por sus amigos, padres, suegros, cónyuges,
etc., con una pregunta en apariencia tan sencilla y común: ¿para qué sirve la
filosofía? Preguntarse por la utilidad de la filosofía es
algo que se hace, en la mayoría de los casos, no porque se quiera hacer una
pregunta sincera sino porque se quiere demostrar a la persona que estudia esta
materia que la filosofía no sirve para nada, y por tanto, que quien
la estudia está perdiendo un valioso tiempo que podría invertir en tareas “más
útiles”. El propósito de este escrito es hacer un análisis filosófico de las
tres principales vías de respuesta a la pregunta por la utilidad de la
filosofía y demostrar que ninguna de estas respuestas hace a la filosofía una
disciplina deshonrosa.
1. La filosofía sirve para...
La primera posibilidad de respuesta es la de esbozar la utilidad de la filosofía. Debo advertir que cualquier utilidad que queramos asignarle a la filosofía dependerá de la definición de filosofía que tengamos. Personalmente, me adhiero a la definición según la cual la filosofía es un saber que ayuda a sentar tesis sólidas sobre los fundamentos de todos los demás saberes. No estoy reduciendo la filosofía a la lógica, pero sí vinculándolas estrechamente. Al decir que la filosofía es un saber, quiero decir que es un conocimiento y no una mera forma de pensar o de especular. Al decir que la filosofía sirve para sentar tesis sólidas sobre los demás saberes, quiero decir que ella es necesaria para sentar las bases de todo saber, pues, a diferencia de cualquier saber particular, la filosofía resuelve preguntas tan generales que ningún saber puede abarcar, al menos no por sí solo, preguntas relacionadas directamente con dicho saber.
Los ejemplos ilustran mejor:
La pregunta sobre las personas de la Trinidad es una pregunta religiosa, pero
la pregunta por el porqué debemos creer en Dios es una pregunta relacionada con
la religión pero que la religión no puede responder desde ella misma; y no
puede hacerlo porque la necesidad de creer en Dios es uno de sus postulados .
Si un religioso responde a esta pregunta diciendo algo como “el hombre cree en
Dios porque necesita de Él” o algo parecido, este hombre comienza a traspasar
los límites de la religión y entrar en los feudos de la filosofía. De la misma
forma, la pregunta por la ley de la gravitación es una pregunta científica,
pero traspasamos el límite cuando queremos indagar por el fin último de la
naturaleza, e incluso, por la posibilidad de que, efectivamente, la naturaleza
tenga una finalidad. Es más, cuando sabemos que la aceleración de la gravedad
es una cantidad matemática, comenzamos a filosofar cuando nos preguntamos por
la validez de la matematización de la naturaleza, o por nuestra confianza en
las matemáticas mismas.
La política tampoco escapa de
estas cuestiones. Cuando queremos resolver el conflicto armado en Colombia, el
problema palestino-israelí en la franja de Gaza, o la guerra de Irak, estamos
entrando en los dominios de la política, la economía, la geografía, la
historia, –y la religión inclusive–; pero cuando queremos indagar por la
necesidad del Estado, por el vivir en sociedad en lugar de aislado, o por la
ideología política que está o estaría más en consonancia con la naturaleza
humana, si es que existe algo como eso, entonces pasamos de la política a la
filosofía política. En la historia, cuando narramos los hechos de un
acontecimiento que cambió la vida de muchas personas estamos haciendo trabajo
histórico, pero cuando indagamos por la trascendencia de esos hechos, por su
significado, repercusiones, y aún más, si queremos demostrar que la historia
tiene una cierta dirección, unas ciertas leyes y una regularidad, o también si
queremos demostrar todo lo contrario, lo que estamos haciendo dejó de ser
historia para convertirse en filosofía de la historia.
Cuando un psicólogo o un
psiquiatra quieren curar a un paciente de una cierta fobia, o un trauma de
niñez, sencillamente hacen la labor de su saber particular. Pero cuando quieren
desentrañar las relaciones mente-cuerpo, y cosas parecidas, ya hacen filosofía,
al igual que un médico hace su trabajo cuando extrae un tumor maligno de un
paciente, pero cuando comienza a investigar por la vida y la muerte más allá de
lo biológico, entonces dejó de practicar la medicina, pero no se desvinculó de
ella.
Los ejemplos son
innumerables, pero como se ve, ayudan a dar sustento a nuestra definición. No
sólo mostraron que la filosofía ayuda a sentar tesis sólidas sobre los
fundamentos de un cierto saber, sino que es ella misma un saber porque es un
conocimiento acerca de los fundamentos últimos de todo saber distinto de ella.
Si recordamos además que esta característica de ser un saber sobre los
fundamentos de todos los demás saberes le es dada porque responde preguntas
generales relacionadas con saberes particulares que no pueden ser respondidas
desde ellos mismos, entenderemos por qué la filosofía no solo es un saber
general o universal (contrapuesto a saber particular), sino que por ello mismo
es un saber teórico y estrictamente racional (contrapuesto a saber práctico y
empírico).
Ahora bien, si tenemos un
saber de esta naturaleza, ¿qué utilidad podría tener? Yo diría que muchísima.
Imaginemos un filósofo que estudia los fundamentos de las matemáticas. Puede
asesorar a los ingenieros o científicos sobre el uso de las matemáticas, darles
un conocimiento sobre las bases filosóficas en las que descansa no sólo la
matemática sino, también, nuestra confianza en ella, y en especial, podría
exponer los límites de la matematización y alertar acerca de los peligros de
sobrepasar esos límites, por ejemplo, llegar a tratar a las personas como meros
objetos de cálculo.
Un filósofo de la religión
podría asesorar a los religiosos con respecto a las relaciones entre ciencia y
fe, a las bases filosóficas de la religión, y asuntos semejantes. Incluso un
filósofo de la política ayudaría a los políticos a dilucidar en sus respectivas
tendencias o ideologías la naturaleza humana supuesta en ellas, la cual puede
no ser conforme con lo que los políticos buscan, y en dicho caso, el filósofo
podría sugerir reformas. También sería de utilidad para sugerir críticas que
podrían recaer sobre una cierta tendencia política, y valorarlas teniendo en la
mira lo que los políticos buscan con ella. En el caso del psicólogo, el
historiador, y el médico, la utilidad del filósofo es similar a la que hemos
expuesto en los casos anteriores.
Con esto, creo que he hecho
un panorama breve de las posibles utilidades de la filosofía, que podemos
resumir así: dado que la filosofía es un saber sobre los fundamentos de todo
conocimiento, el filósofo no solo es un maestro de la fundamentación, sino
también de la interdisciplinariedad. Pero pasemos ahora a otro tipo de
respuesta distinta a “la filosofía sirve para...”
2. La pregunta por la utilidad de la filosofía es
una pregunta absurda
Otro tipo de respuesta que ya
se ha vuelto famoso en la filosofía analítica es el de responder a una pregunta
(filosófica) argumentando en favor del absurdo de la pregunta misma,
argumentación que descansa sobre un análisis de los elementos que conforman la
pregunta, en especial, por lo que se entiende por cada uno de ellos. La
finalidad de esta argumentación no es responder a la pregunta sino sustentar
los errores de su enunciación. Creo que una pregunta como ¿para qué sirve la
filosofía? es susceptible de un análisis de esta naturaleza, y es lo que
probaré en este aparte.
La pregunta ¿para qué sirve la filosofía? trae consigo dos conceptos
importantes: el de “servir” o “servicio”, y el de “filosofía”. Creo
que en principio, la persona que pregunta no hace una diferencia tajante entre
servicio y utilidad, de modo que una pregunta como “¿para qué sirve la filosofía?”
resulta equivalente a la pregunta “¿cuál es la utilidad de la filosofía?”. Si
no hace una diferencia tajante entre servicio y utilidad, es bastante probable
que la persona que pregunta tenga una noción más o menos vaga de ambos
conceptos, pero no obstante, creo que todo el que pregunta por la utilidad de
la filosofía lo hace con base en la utilidad de otras materias. Por ejemplo: si
a alguien le preguntan ¿para qué sirve la medicina?, dirá, seguramente, que
para curar enfermos o lesionados, o al menos para intentar hacerlo. Lo mismo
responderá un psicólogo respecto a la salud mental. Es decir, preguntar por la
utilidad de un cierto saber es preguntar por la finalidad que busca, es
preguntar por su propósito último, un propósito para el cual “sirve”.
En términos generales, parece
que esta es la noción de utilidad que usa quien pregunta ¿para qué sirve la
filosofía? No obstante, las cosas son más oscuras cuando tratamos la noción de
“filosofía”. En el numeral (1) de este artículo, hemos dado una cierta
definición de la filosofía y hemos visto cómo esta definición estaba ligada a
la utilidad de la filosofía que allí exponíamos, de modo que quien pregunta
¿para qué sirve la filosofía?, o no ha hecho el análisis de la noción de
filosofía para deducir su utilidad (en caso de que conozca dicha noción), o
tiene otra definición de la filosofía, o sencillamente no sabe qué es la
filosofía.
De ese modo, el filósofo o
aspirante a filósofo puede responder a dicha pregunta de la siguiente manera:
debe preguntar ¿qué es la filosofía? o ¿qué entiende usted por “filosofía”? La
pregunta está justificada porque el interlocutor introduce el término en su
pregunta ¿para qué sirve la filosofía?, de modo que en, principio, podemos
suponer que tiene una noción de lo que la filosofía es. Ahora, el interlocutor
puede hacer tres cosas; puede dar una definición igual o parecida a la que
esbozamos en (1), puede dar una definición diferente y quizá personal respecto
de la filosofía, e incluso, puede decir que no sabe qué es la filosofía. En el
primer caso, podemos recriminarle que la utilidad de la filosofía está
implícita en dicha definición, de modo que sólo faltaría mostrarle cómo se liga
esa definición con la utilidad de la filosofía. El segundo caso es diferente;
si la persona trata de dar una definición de la filosofía diferente a la de
(1), e incluso una definición personal, podemos recriminarle que no tiene una
definición correcta; esto podemos hacerlo dado que, en la mayoría de los casos,
quien pregunta es alguien que no conoce la filosofía, o al menos no la conoce a
fondo, razón por la cual es bastante probable que su definición (sobre todo si
es personal) no sea una definición correcta o al menos compatible con lo que la
filosofía es.
El tercer caso presenta dos
subcasos: el primero consiste en que el interlocutor no sepa qué es la
filosofía, pero tema que al decirlo se muestre ignorante, razón por la cual
inventará, aprisa, una definición a partir de sus cursos de filosofía del
bachillerato o lo que escasamente haya escuchado. En este subcaso procedemos
igual que en el segundo caso; sencillamente le mostramos (o demostramos) a la
persona que su definición es errónea. El segundo subcaso consiste en que el
interlocutor admita que ignora lo que es la filosofía, en cuyo caso, debemos
mostrarle que la pregunta por la utilidad de la filosofía supone el concepto de
filosofía, de modo que la pregunta se hace absurda cuando notamos que el propio
interlocutor no sabía ni siquiera qué era aquella cosa o aquel saber por cuya
utilidad preguntaba.
De ese modo, vemos cómo la
pregunta por la utilidad de la filosofía se vuelve absurda: quien pregunta
¿para qué sirve la filosofía? supone una noción de filosofía. Si la tiene, y
ésta es válida, podemos recriminarle que la pregunta no tiene sentido al tener
la definición en la mano y no deducir de ella la utilidad de la filosofía. Si
la tiene, pero ésta es incorrecta, podemos tratar de deducir de ella la
utilidad de la filosofía. Si se deduce la utilidad, la pregunta es absurda
porque la persona tenía también a la mano la respuesta, y si no se deduce la
utilidad, llegando a la conclusión de que la filosofía no sirve para nada,
también la pregunta es absurda, pues si no sirve para nada, ¿para qué
preguntamos por su utilidad?
Sin embargo, qué sucedería si
la pregunta no fuera realmente absurda, sino que el anterior no fue más que un
ejercicio sofistico para ocultar la respuesta que ningún filósofo quiere
admitir: que la filosofía no sirve para nada. Analizaremos esta respuesta a
continuación.
3. La filosofía no sirve para nada
¿Y si la filosofía no sirve
para nada? En la actualidad utilizamos expresiones como “bueno para nada” o
“tal o cual objeto sirve para tres cosas: para nada, para nada y para nada”. Lo
peyorativo de estas expresiones hace que el filósofo sienta escozor cuando
contempla que la respuesta a la pregunta ¿para qué sirve la filosofía? podría
ser sencillamente: para nada. Lo que voy a argumentar en este aparte es que
incluso si la filosofía no sirviera para nada, no por ello es una profesión
despreciable.
Todo el problema se halla en
la noción de “utilidad”. Sostuvimos que cuando alguien preguntaba por la
utilidad de la filosofía, lo hacía basado en la utilidad que se entrevé en
otras materias, como la medicina, la psicología, la ingeniería, etc. Pero si
hemos definido a la filosofía según (1), es decir, como un saber respecto a los
fundamentos de todo conocimiento, no podemos comparar la utilidad de la
filosofía con la utilidad de cualquier otro saber particular. En principio,
todo saber particular parece tener un propósito específico, o por lo menos eso
parece atestiguarlo el que en casi toda definición de un cierto saber aparezca
no solo el objeto que estudia sino su utilidad; la medicina busca la cura de
los enfermos, la política busca el orden de la sociedad, la psicología busca la
salud mental, la ingeniería en sus diversas ramas busca solucionar problemas de
construcción, problemas de producción, problemas de programación informática,
problemas mecánicos y electrónicos, la economía busca la distribución
equitativa de los bienes, la física y la química buscan las leyes de la
naturaleza y sus elementos para su posterior control y aprovechamiento, las
matemáticas nos ayudan a simplificar cálculos útiles a todas las demás ramas
del saber, y así podríamos seguir con todas las ramas del conocimiento.
Con la filosofía sucede algo
distinto. Es verdad que, de la definición que dimos en (1), podríamos deducir
la utilidad de la filosofía como un saber acerca de los principios de todo
conocimiento, saber que nos ayudaría a fundar saberes, a rechazar críticamente
otros, o a abrir una puerta de diálogo entre saberes distintos, como lo
sostuvimos en aquel aparte. Sin embargo, el hecho de que la filosofía sea un
saber acerca de los fundamentos de todo saber distinto de ella, la deja en un
puesto bastante curioso frente a la utilidad. Por ejemplo: decimos que la
utilidad de la medicina es curar a los enfermos, pero el médico no admite una
pregunta del siguiente calibre ¿porqué hay que curar a los enfermos?, esta es
una pregunta filosófica que, ciertamente, no parece que se pueda responder
desde la medicina, lo que quiere decir que el fin o propósito de la medicina se
lo puso la filosofía, cuando algún filósofo o conjunto de ellos justificó que
los enfermos debían ser curados. Nótese, entonces, que la filosofía queda como
la que impone la utilidad o propósito a otras ramas debido, precisamente, a que
dichos fines o propósitos necesitan, para mantenerse, de una justificación que
resista el escrutinio filosófico, por lo cual, la utilidad debe ser
filosófica.
De ese modo, si la filosofía
es la que impone el propósito a los demás saberes, no solo se refuerza lo
absurdo de preguntar por la utilidad de la filosofía, sino que podemos llegar a
pensar que, efectivamente, la filosofía no sirve para nada. Alguien podría
creer posible que la filosofía se da a sí misma su utilidad, en cuyo caso
podríamos responder diciendo que esta utilidad es la que esbozamos en (1). Sin
embargo, contemplar la posibilidad de un saber “inútil” tampoco debe ser algo
peyorativo o denigrante para la filosofía. Durante mucho tiempo se ha insistido
en la filosofía en el tema de la teleología, es decir, el tema de la finalidad
o el propósito último de todas las cosas. El mundo se divide, entonces, en
medios y fines, donde los fines son aquello a lo que se aspira, y los medios
son las herramientas para conseguir los fines. Se ha discutido el estatus de
los fines frente a los medios usados para alcanzarlos, e incluso, sobre la
ontología de unos ciertos fines en ciertas cosas. No es mi misión discutir esto
aquí, lo que quiero es vincular la disertación que he llevado a cabo con la
mecánica medios-fines.
Cuando hablamos de que la
medicina busca la salud del cuerpo humano, estamos diciendo que la medicina es
un medio o herramienta para alcanzar el fin de la salud del cuerpo. Lo mismo
pasa con los otros saberes. Ahora, si decimos que la filosofía, o al menos, una
cierta filosofía, es la que pone los fines a los demás saberes, o al menos a
algunos, no sólo notamos que el estatus de la filosofía frente a los demás
saberes es distinto, sino que preguntar por la utilidad de la filosofía parece,
al menos a primera vista, un error categorial.
Además, si todo saber es útil
en la medida en que “sirve para algo” o “es un medio para algo”, me pregunto si
la diferencia de la filosofía radica en que no es una herramienta para
conseguir nada sino un fin en sí misma. Cuando se sabe que la psicología busca
la salud mental, hace que la persona se dirija a ese fin en su profesión, pero
hay una separación entre el ejercicio del psicólogo y el fin, puesto que el fin
no lo trata la psicología sino la filosofía, como lo habíamos dicho. Pero
cuando alguien quiere resolver el sentido de la vida (si es se puede hacer algo
como eso), o resolver el problema de porqué debemos buscar la salud mental, la
pregunta y la respuesta son filosóficas, de modo que podemos decir que el fin
de la filosofía está en ella misma, o que ella misma es su fin, lo cual nos
lleva a que la filosofía no sirve para nada.
Sé que a pesar de estas
cuestiones, la carga peyorativa de la expresión “la filosofía no sirve para
nada” aun se mantiene. Para solventar un poco dicha carga, pensemos en un
paralelo entre la filosofía y la felicidad. Pensemos en un tipo de pregunta
como ¿para qué sirve la felicidad? Hay respuestas posibles como “para estar
bien”, pero si preguntamos ¿para qué sirve estar bien?, es posible que el
interlocutor sienta que es un ignorante o que se le está tomando del pelo. Ello
es así porque ese “sentirse bien” es algo que no sirve para nada, pero no sirve
para nada porque es deseado por sí mismo, no por otra cosa. Con relación al
sentimiento, la felicidad o el “sentirse bien” son deseados por sí mismos y no
por otra cosa, mientras en el conocimiento, la filosofía no sirve para nada
porque es fin de sí misma, o al menos, tiene dentro de ella a su propio
fin.
4. Conclusión
Hemos visto que cualquiera de
las tres posibilidades da resultado para responder a la macabra pregunta.
Podemos hablar de la utilidad de la filosofía a partir de su definición,
podemos demostrar que la pregunta es absurda, e incluso, podemos responder que
la filosofía no sirve para nada, sin que con esto digamos que dedicarse a ella
es perder el tiempo. Si alguien va más allá y trata de preguntar por la
utilidad laboral de la filosofía, diremos que los filósofos son los mejores
docentes y maestros, pues conocen y manejan los fundamentos de todo
conocimiento, cosa que los ayuda a relacionar saberes volviéndolos maestros de
la interdisciplinariedad, como lo habíamos dicho. Pero si preguntan es por la
utilidad económica de la filosofía, diremos que dedicarse a ella puede que no
deje muchos dividendos, pero es bastante seguro que el filósofo irá más allá,
pues tendrá la justificación filosófica de por qué es mejor vivir con pocos
dividendos que con muchos, pregunta que es, en esencia, filosófica, pero con
relación a la economía.
Bibliografía
Aristóteles. (1998). Ética Nicomáquea-Ética Eudemia. Traducción de Julio
Pallí Bonet.. Madrid: Editorial Gredos.
Aristóteles. (1970). Metafísica. Edición Trilingüe. Traducción de
Valentín García Yebra. Madrid: Editorial Gredos.
Avempace. (1997). El Régimen del Solitario. Traducción de Joaquín Lomba.
Madrid: Editorial Trotta.
Notas
friedrichvonhansenberg@gmail.com.
Obtuvo el título de Filósofo de la Universidad Nacional de Colombia en 2005 con
un trabajo titulado El problema de la Mathesis Universalis en Descartes y
Pascal, y en 2009 se gradúa como Doctor en filosofía de la misma institución
con una investigación titulada La lengua Universal de G. W. Leibniz. Historia e
Interpretación. Su campo de trabajo principal es la filosofía moderna (desde
Descartes hasta Nietzsche), y desde 2009 es docente del departamento de
filosofía de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Paralelamente se ha
interesado por áreas de la filosofía como la filosofía del lenguaje, la
filosofía política y la epistemología, principalmente. En la actualidad es
líder del semillero de investigación de filosofía moderna en la institución en
la que labora. Es miembro de los grupos de investigación "Pensamiento,
filosofía y sociedad" de la Corporación Universitaria Minuto de Dios,
"Dialéctica y Mos Geometricus" y "Darsana; Grupo de Estudios en
Pensamiento Oriental", estos últimos en la Universidad Nacional de
Colombia.
2 Sé que estoy reduciendo el concepto de “religión” a las llamadas
religiones monoteístas. No es mi intención discriminar otros credos, sino que
uso este concepto de religión en pos del ejemplo.
Tomado de Revista Internacional Magisterio No. 48 (https://www.magisterio.com.co/articulo/para-que-sirve-la-filosofia)
FECHA DE ENTREGA: 19 DE FEBRERO
SESIÓN DE ACOMPAÑAMIENTO PEDAGÓGICO VIRTUAL
FECHA: 16 DE FEBRERO.
HORA: 8:00 A.M.
LINK: meet.google.com/qgs-ntti-cth
SESIÓN DE ACOMPAÑAMIENTO PEDAGÓGICO VIRTUAL
FECHA: 02 DE MARZO.
HORA: 8:00 A.M.
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